domingo, 15 de junio de 2008

Resolución Consejo Nacional de Centros de la FUA. 1968

La dictadura de Onganía tenía un polvorín bajo sus pies. Estudiantes y obreros venían avanzando en la práctica de la unidad obrero estudiantil. El 14 de junio los estudiantes realizaron un paro muy grande que abarcó todo el país, lanzado desde la dirección de la FUA. El mundo temblaba con el ejemplo del Che, de las luchas de liberación nacional del tercer mundo, Vietnam, Mayo Francés y la Revolución Cultural China. En noviembre de 1968 se reúne el Consejo Nacional de Centros de la FUA, en forma clandestina en Mar del Plata. Al año siguiente se produciría el Cordobazo.




Resolución del Consejo Nacional
de Centros de la Federación Universitaria Argentina. 1968

Como introducción al debate de este Consejo Nacional de Centros y como complemento al Informe de la Junta Ejecutiva hemos creído conveniente expresar nuestras posiciones sobre algunos de los puntos que han sido materia polémica en la preparación de este CNC. Acerca de la presente etapa universitaria, de la perspectiva política del movimiento estudiantil, acerca del balance, de la lucha petrolera y del próximo IX Congreso de FUA.
Encaramos este CNC en momentos en que la Intervención Universitaria apresura a partir de la reunión de Alta Gracia su etapa “constructiva” en la Universidad argentina. Etapa en que todo indica que multiplicarán sus esfuerzos para conformar una Universidad empresarial, elitizada y con una estructura vertical y represiva. Todo ello bajo el manto de los subsidios imperialistas y acompañada paralelamente de una identificación mayor con los objetivos de las Universidades privadas y confesionales. Por otra parte el plan es único y abarca al conjunto de los ciclos educacionales argentinos. Tal como lo expresara Devoto y más recientemente Onganía en Alta Gracia, en los dos últimos años no pocos fueron los obstáculos para tales planes universitarios. Al “órden” inicial le siguió una abierta política limitacionista y la institucionalización de los atropellos y la verticalización. No pudieron ir a fondo en ambas y hoy encaran la etapa “constructiva” sin haber resuelto las anteriores. En efecto, en La Plata es el lugar donde unificaron la aplicación del estatuto y allí estuvo la respuesta estudiantil. En Buenos Aires intentaron hacerlo con la reglamentación del artículo 90 y tuvieron que dar marcha atrás aunque parcialmente. En varias Universidades el movimiento estudiantil funciona de hecho en la Universidad; y en Buenos Aires a pesar de la policía se ha impuesto la realización de numerosas elecciones dentro también de las Universidades.
Hoy día aparecen distintas teorías del intervencionismo, sobre el camino a seguir; sin embargo, nos parece que sigue siendo dominante a nivel nacional la política de reducción de la población universitaria para reorientarla tras los planes educacionales del gran empresariado y el imperialismo, y para ello la acentuación de la represión ante los hechos de lucha estudiantiles. Sería erróneo analizar este plan superificialmente. Responde al plan general de la Dictuadura y actualmente a lo que entiende ésta como “tiempo social”. El interventor de la UTN Sobrevilla, en un folleto de reciente aparición, lo explica sin cortapisas: se trata de adecuar la Universidad al proceso de “industrialización” y ubicar a sus egresados en su mayoría en relación de dependencia, pero siempre con adecuada mentalidad empresaria. Para ellos buscan reorganizar la Universidad e impulsar el departamentalismo tecnocrático y otras medidas de ese carácter.

Uno de los aspectos esenciales de la política intervencionista, un aspecto que se torna indispensable para que ellos puedan avanzar, es el de lograr un estudiantado entregado, sujeto pasivo de sus planes, con mentalidad genuflexa. Ellos necesitan un estudiantado que desde su ingreso se entregue como materia prima para ser moldeado como futuro tornillo del engranaje empresario e imperialista. A lo sumo un tornillo con cierta jerarquización y unos pocos pesos mas por mes que un trabajador no especializado. Y desde ya también, materia pasiva para los planes mas generales del país, en su vida política, etc. Ellos pretenden una Universidad que barra política, cultural y socialmente el rol del movimiento estudiantil.

Pero tales planes no responden a los intereses de nuestro pueblo sino a los de una ínfima minoría que lucra con el trabajo de la gran mayoría de los argentinos. Esa Universidad no es la que necesita construir nuestro pueblo, que por otra parte solo podrá concretarla en forma definitiva a partir de realizar cambios de fondo en lo político, en lo económico y en lo social. A esa Universidad de los monopolios y el imperialismo, le oponemos la Universidad del pueblo liberado, la Universidad que en su estructura, contenido y composición tenga una sola meta, la de contribuir al desarrollo de una sociedad popular sin dependencia extranjera ni minorías usufructuarias. A la Universidad elitizada y con el estudiantado como sujeto pasivo le oponemos la Universidad del pueblo liberado con incidencia protagónica estudiantil.

Protagonismo que tiene historia y tendrá mayor futuro de lucha y de franca construcción tras el triunfo del pueblo sobre sus enemigos. Rol que no podemos abandonar a partir de haber sido suprimidas diversas conquistas como el cogobierno y la autonomía. Máxime en momentos en que el intervensionismo, consciente de que no ha podido liquidar al movimiento estudiantil y a la FUA como fuerza, se plantea la formula del “participacionismo” estudiantil. O sea un sujeto que parezca activo pero que sea pasivo y cómplice de la política intervencionista.

La incidencia estudiantil en la Universidad irrumpe con fuerza en 1918 en Córdoba y hoy transita el continente y varios países del mundo; no la podrá liquidar la dictadura con decretos y leyes. Claro que hoy el protagonismo es objeto e instrumento de nuevo contenidos liberadores universitarios y generales, distintos a los que fueron los marcos de la reforma de 1918. Incluyendo aquellos postulados del 18 aún vigentes, emergen hoy los principios de una nueva Universidad, la Universidad del pueblo liberado, por la que tenemos que luchar desde ya como parte como programática de la liberación social y nacional del pueblo argentino. No se trata de negar lo progresivo del hecho histórico del 18, pero tampoco postular la vuelta a una etapa que hoy la realidad nos impone como superada. Se trata de integrar la nueva realidad socioeconómica y cultural en los marcos de la liberación social y cultural del pueblo.

Construir la Universidad del pueblo liberado no será espontánea terea de futuras generaciones, sino lucha actual cotidiana de un estudiantado inciciendo en la vida universitaria y junto al pueblo en el país. Y será tarea desplegada, sin trabas que impidan su concreción definitiva y creadora, cuando se concrete la emancipación social y nacional y la derrota de los equipos de la minoría dominante como la actual dictadura de Onganía. Por ello es que el movimiento estudiantil debe oponer su orientación en cada practica, en cada programa de estudio, en cada concurso, en torno a la estructuración universitaria, a la permanencia de la política en las aulas, en torno a la problemática que aqueja al pueblo argentino y batir así mismo la teoría del “sujeto pasivo” a través de la actividad masiva, con decisión de victoria y con una organización consecuente con tales postulados. Oponer simplemente objetivos de “reconquista democrática” a quienes nos imponen un plan global, es no comprender la etapa que vive el país; demás esta aclarar que entendemos lo democrático integrado en lo liberador. Y oponer solo consignas políticas generales al intervensionismo es no comprender el carácter de la contradicción que afecta a la sociedad argentina, es regalarle a la reacción el campo de batalla en el que deben procesar a miles de estudiantes hacia la conjunción de esfuerzos con los trabajadores y el pueblo tras los postulados de una universidad nueva, creadora, del pueblo y a su entero servicio, integrante de las pautas programáticas de una verdadera revolución argentina. Esta es nuestra programática de lucha en la Universidad argentina de 1968. A 50 años del estallido reformista nos proponemos nuevos contenidos universitarios y generales; ningún Astigueta, ningún decreto o estatuto vertical nos impedirá concebir y luchar por imponer una Universidad con un movimiento estudiantil activo y protagónico, que parte de los nuevos enfoques nacionales, latinoamericanos y mundiales.

Extractos, informe complementario rendido por la Junta Ejecutiva de la FUA ante el Consejo Nacional de Centros. Noviembre de 1968