martes, 17 de junio de 2008

Jorge Rocha: Cómo nace la consigna "Por la Universidad del Pueblo Liberado"



Cómo nace la consigna
“Por la Universidad del pueblo liberado”

Jorge Rocha
Presidente de la Federación Universitaria Argentina (FUA) 1968-1969
Integrante del FAUDI (Frente de Agrupaciones Universitarias de Izquierda) y del PCR (Partido Comunista Revolucionario)

El movimiento estudiantil universitario había realizado grandes movilizaciones en demanda de un mayor presupuesto durante el gobierno de Illia y había avanzado en la práctica de la unidad obrero estudiantil. Sobre todo durante las tomas de fábrica de 1964, que conmovieron al país y en las que fueron asesinados los obreros Mussi, Retamar y Méndez.
En ese proceso nosotros fuimos denunciando la gestación del golpe de Estado que preparaba Onganía desde la Comandancia en Jefe del Ejército. En el CNC [Consejo Nacional de Centros] realizado en Santa Fe una semana antes del golpe de junio del `66 fue éste un tema central de debate. Incluso fue un tema de discusión el funcionamiento de la FUA en caso de que el golpe pasara. Por eso la FUA tuvo una posición de claro enfrentamiento contra la dictadura desde el inicio. La “Noche de los bastones largos” en Buenos Aires y el asesinato de Pampillón –primer mártir de la lucha antidictatorial, asesinado en Córdoba- simbolizaron la lucha antidictatorial del movimiento estudiantil. Pero si bien se siguieron desarrollando luchas parciales en muchos lugares, durante el `67 y parte del `68 se produjo un repliegue general. Esta situación se revirtió con el paro general del 14 de junio de 1968, lanzado por la dirección de la FUA.
El paro fue muy grande y abarcó a todo el país. Para impulsarlo y concretarlo tuvimos que derrotar las posiciones de quienes sostenían que había “que desensillar hasta que aclare” (esto era un reflejo en la Universidad de la posición de Perón al inicio de la dictadura). También, las de quienes nos acusaban de “voluntaristas” por sostener que se desarrollaba un polvorín de odio bajo los pies de la dictadura. El propio lanzamiento del paro, que hicimos en una reunión de la Junta Representativa en Rosario, fue criticado por “aventurero y ultraizquierdista”. Sin embargo, los hechos nos dieron la razón.
Nosotros basábamos nuestra posición en el análisis de la política y del plan económico impulsado por Onganía y Krieger Vasena y sus consecuencias nefastas para la clase obrera y el pueblo, y en la repulsa que se generalizaba hacia su política represiva. El paro del 14 de junio del `68 fue uno de los hechos que marcaron el inicio del auge obrero y popular que se desarrollaría luego con fuerza en el `69. Las luchas en Corrientes, que se iniciaron a fines del `68 con la privatización del comedor, la participación estudiantil en el Rosariazo y el Cordobazo, en el que la columna vertebral fue el proletariado industrial cordobés, conmovieron a la dictadura y bocetaron el camino de la revolución en nuestro país.

La Universidad y el Estado
En todos esos años se desarrollaron debates que tiñeron el accionar del movimiento estudiantil. Uno de ellos fue sobre el carácter de la Universidad. Las concepciones liberal-burguesas velaban su carácter de clase tras la consigna de “una Universidad abierta al pueblo”. Esta consigna era tomada también por los “marxistas” del PC. Estos caracterizan a la Universidad como una “isla democrática”. Pero era un hecho comprobado históricamente que tanto el contenido de la enseñanza en la Universidad como la composición social de sus integrantes no podían modificarse de fondo sin un cambio revolucionario en el país. Porque la Universidad es parte del aparato estatal y contribuye a resolver sus necesidades en el plano científico y técnico y a sostener en sus contenidos más profundos la ideología dominante, que es la de las clases dominantes.
Y en relación a su composición social, es claro que si bien está compuesta por estudiantes cuyo origen es predominantemente de las capas medias, no acceden a ella especialmente los hijos de los obreros industriales y rurales y del campesinado pobre, por la situación de miseria a la que los lleva la opresión y explotación a que son sometidos por las minorías de imperialistas y terratenientes que dominan en el país.
Al mismo tiempo cobró importancia el debate con las concepciones trotskizantes, que negaban las particularidades de esta parte del aparato estatal y las contradicciones en su seno, que la transforman en un campo de batalla político-ideológico para la lucha revolucionaria. Contradicciones en un país dependiente como el nuestro entre su carácter y misión fundamental y la composición social predominante del estudiantado y también de los docentes; contradicción agudizada por la existencia del movimiento estudiantil y por las conquistas democráticas logradas e incluso corporizadas en su propia organización. Conquistas en las que la Reforma Universitaria del `18 jugó un papel relevante.
De allí entonces nuestra propuesta de luchar por una Universidad del pueblo liberado. Propuesta que hicimos en un CNC realizado en forma clandestina en Mar del Plata a fines del `68.
En esta dirección es que cobró también significación el debate acerca del papel de las masas estudiantiles como aliadas del proletariado y bajo su hegemonía en la lucha por la revolución democrática, agraria y antiimperialista en marcha al socialismo. Porque las concepciones mencionadas negaban las contradicciones objetivas que las enfrentan en un país dependiente a los enemigos del proletariado y el pueblo. Negaban la historia concreta de todas las revoluciones de liberación nacional y social, las experiencias de China, de Vietnam, de Cuba, etc. Ese ha sido siempre, por otra parte, el fundamento de la política sectaria que trabaja sobre el activo para “succionar cuadros para la clase obrera”, que tendencializa y divide a los organismos de masas, que se opone a toda política de frente único y desprecia de fondo a las masas estudiantiles, su potencialidad revolucionaria en la lucha liberadora.
La ruptura con el PC y la fundación del PCR en enero del `68 fueron fundamentales para introducirnos en todo este proceso político y en las polémicas ideológicas mencionadas, desde posiciones verdaderamente marxista-leninistas. Y más precisamente tuvo importancia la resolución sobre nuestra actividad en el terreno universitario que realizó el Comité Central al poco tiempo de la fundación de nuestro Partido. Nosotros integrábamos en ese entonces el FAUDI (Frente de Agrupaciones Universitarias de Izquierda) y fue dicha corriente la que desarrolló un papel decisivo en la conducción política de la FUA en todo ese período.

(Publicado como Suplemente en el Semanario Hoy, 15 de junio 1998)

"Por la Universidad del Pueblo Liberado". Santiago Slonimsqui, Coordinador Nacional de la CEPA 1998



lunes, 16 de junio de 2008

Boletín a 80 años de la Reforma Universitaria. Semanario Hoy

A 80 años de la Reforma Universitaria
Suplemento Especial Semanario Hoy. 1998.

- "A 60 años de la Reforma Universitaria": Documento del FAUDI
(Frente de Agrupaciones Universitarias de Izquierda), junio 1978
- "La doctrina de las generaciones": de "Condiciones para la Universidad Libre,
discurso de Anibal Ponce, Córdoba, 1935
- "Cómo nace la consigna Por la Universidad del Pueblo Liberado":
entrevista  Jorge Rocha, Presidente de la FUA 1968-69
- Movimiento estudiantil y cogobierno universitario
- "Sobre la violencia": del Manifiesto Liminar de la Reforma Universitaria
- Extractos de la Resolución del Consejo Nacional de Centros de la FUA, Noviembre 1968





domingo, 15 de junio de 2008

Aníbal Ponce: "Condiciones para la universidad libre"

Aníbal Ponce

“CONDICIONES PARA LA UNIVERSIDAD LIBRE” (1935)

Discurso pronunciado en el acto de la Federación Universitaria de Córdoba, para conmemorar el 17 aniversario de la Reforma de 1918. Julio de 1935.



En una de las páginas más hermosas de su Juan Cristóbal, Romaní Rolland nos ha contado cómo su héroe volvió una vez derrotado y deshecho. El buen muchacho había salido al encuentro de la vida con esperanzas enormes y pensamientos confusos. Pero la vida que no se entrega sino al claro mirar, le había cerrado el paso con su puño de hierro. Ganas de llorar le venían al muchacho; de llorar con esas lágrimas de la derrota injusta que alguna vez hasta el Cid dejó que le corrieran por las barbas. Y fue entonces, cuando más agudo era el dolor y más amargo el gusto de ceniza, que Romaní Rolland le habló de esta manera: “Sufre, mi buen muchacho; sufre un poco, porque una derrota no viene mal cuando se es fuerte”.

Así también nuestro buen Juan Cristóbal, que hace diecisiete años se lanzó a la conquista de la universidad señorial, llevaba en el corazón ilusiones sin medida, y en el espíritu las doctrinas más dispares. ¿Cómo extrañarse entonces de que al andar de pocos años la realidad americana le cortara el camino, le rompiera las armas y le estrujara los sueños? Aquel fuerte muchacho, a quien no faltaba por cierto el ardor combativo, tenía sobre el mundo y la política las ilusiones más extrañas. Creía que la juventud tenía un valor en sí; que la historia era un choque perpetuo entre generaciones “polémicas” y generaciones “cumulativas”; y que bastaba por tanto desalojar de los claustros a los envejecidos y arrojar del gobierno a los mediocres, para que empezáramos a vivir la “hora americana”. No confiaba para eso en el único auxilio de sus fuerzas. En la calle y en la plaza había descubierto a un aliad formidable: el aguerrido y brioso proletariado americano. Pero aunque fraternizaba con él, y decía compartir sus ideales, le disputaba de hecho los puestos de comando y hasta pretendía esclarecerlo con su propia doctrina de las “generaciones”. Desdichada teoría y candorosa fatuidad a las que debió en buena parte su derrota. Mas, como había en él voluntad de pelea, y corazón de sobra, aquella derrota le curó de ilusiones y le hizo entrar por los ojos el crudo dramatismo de la realidad contemporánea. En las prisiones y en el destierro comenzó a sospechar que las luchas son las que dirigen la historia, y que en ele momento actual las intenciones mejores sólo conducen a la esterilidad o a la reacción cuando no se acepta la hegemonía indiscutible del proletariado.

Aníbal Ponce: El año 1918 y América Latina (1924)

Aníbal Ponce

El año 1918 y América Latina. (1924)





Manifiesto Liminar de la Reforma Universitaria de 1918

REFORMA UNIVERSITARIA DE 1918

La Juventud Argentina de Córdoba a los hombres libres de Sudamérica

Manifiesto de Córdoba

21 de junio de 1918

Hombres de una República libre, acabamos de romper la última cadena que, en pleno siglo XX, nos ataba a la antigua dominación monárquica y monástica. Hemos resuelto llamar a todas las cosas por el nombre que tienen. Córdoba se redime. Desde hoy contamos para el país una vergüenza menos y una libertad más. Los dolores que quedan son las libertades que faltan. Creemos no equivocarnos, las resonancias del corazón nos lo advierten: estamos pisando sobre una revolución, estamos viviendo una hora americana.

La rebeldía estalla ahora en Córdoba y es violenta porque aquí los tiranos se habían ensoberbecido y era necesario borrar para siempre el recuerdo de los contrarrevolucionarios de Mayo. Las universidades han sido hasta aquí el refugio secular de los mediocres, la renta de los ignorantes, la hospitalización segura de los inválidos y —lo que es peor aún— el lugar donde todas las formas de tiranizar y de insensibilizar hallaron la cátedra que las dictara. Las universidades han llegado a ser así fiel reflejo de estas sociedades decadentes que se empeñan en ofrecer el triste espectáculo de una inmovilidad senil. Por eso es que la ciencia frente a estas casas mudas y cerradas, pasa silenciosa o entra mutilada y grotesca al servicio burocrático. Cuando en un rapto fugaz abre sus puertas a los altos espíritus es para arrepentirse luego y hacerles imposible la vida en su recinto. Por eso es que, dentro de semejante régimen, las fuerzas naturales llevan a mediocrizar la enseñanza, y el ensanchamiento vital de organismos universitarios no es el fruto del desarrollo orgánico, sino el aliento de la periodicidad revolucionaria.

Nuestro régimen universitario —aún el más reciente— es anacrónico. Está fundado sobre una especie de derecho divino; el derecho divino del profesorado universitario. Se crea a sí mismo. En él nace y en él muere. Mantiene un alejamiento olímpico. La federación universitaria de Córdoba se alza para luchar contra este régimen y entiende que en ello le va la vida. Reclama un gobierno estrictamente democrático y sostiene que el demos universitario, la soberanía, el derecho a darse el gobierno propio radica principalmente en los estudiantes. El concepto de autoridad que corresponde y acompaña a un director o a un maestro en un hogar de estudiantes universitarios no puede apoyarse en la fuerza de disciplinas extrañas a la sustancia misma de los estudios. La autoridad, en un hogar de estudiantes, no se ejercita mandando, sino sugiriendo y amando: enseñando.

Si no existe una vinculación espiritual entre el que enseña y el que aprende, toda enseñanza es hostil y por consiguiente infecunda. Toda la educación es una larga obra de amor a los que aprenden. Fundar la garantía de una paz fecunda en el artículo conminatorio de un reglamento o de un estatuto es, en todo caso, amparar un régimen cuartelario, pero no una labor de ciencia. Mantener la actual relación de gobernantes a gobernados es agitar el fermento de futuros trastornos. Las almas de los jóvenes deben ser movidas por fuerzas espirituales. Los gastados resortes de la autoridad que emana de la fuerza no se avienen con lo que reclaman el sentimiento y el concepto moderno de las universidades. El chasquido del látigo sólo puede rubricar el silencio de los inconscientes o de los cobardes. La única actitud silenciosa, que cabe en un instituto de ciencia es la del que escucha una verdad o la del que experimenta para crearla o comprobarla.

Resolución Consejo Nacional de Centros de la FUA. 1968

La dictadura de Onganía tenía un polvorín bajo sus pies. Estudiantes y obreros venían avanzando en la práctica de la unidad obrero estudiantil. El 14 de junio los estudiantes realizaron un paro muy grande que abarcó todo el país, lanzado desde la dirección de la FUA. El mundo temblaba con el ejemplo del Che, de las luchas de liberación nacional del tercer mundo, Vietnam, Mayo Francés y la Revolución Cultural China. En noviembre de 1968 se reúne el Consejo Nacional de Centros de la FUA, en forma clandestina en Mar del Plata. Al año siguiente se produciría el Cordobazo.




Resolución del Consejo Nacional
de Centros de la Federación Universitaria Argentina. 1968

Como introducción al debate de este Consejo Nacional de Centros y como complemento al Informe de la Junta Ejecutiva hemos creído conveniente expresar nuestras posiciones sobre algunos de los puntos que han sido materia polémica en la preparación de este CNC. Acerca de la presente etapa universitaria, de la perspectiva política del movimiento estudiantil, acerca del balance, de la lucha petrolera y del próximo IX Congreso de FUA.
Encaramos este CNC en momentos en que la Intervención Universitaria apresura a partir de la reunión de Alta Gracia su etapa “constructiva” en la Universidad argentina. Etapa en que todo indica que multiplicarán sus esfuerzos para conformar una Universidad empresarial, elitizada y con una estructura vertical y represiva. Todo ello bajo el manto de los subsidios imperialistas y acompañada paralelamente de una identificación mayor con los objetivos de las Universidades privadas y confesionales. Por otra parte el plan es único y abarca al conjunto de los ciclos educacionales argentinos. Tal como lo expresara Devoto y más recientemente Onganía en Alta Gracia, en los dos últimos años no pocos fueron los obstáculos para tales planes universitarios. Al “órden” inicial le siguió una abierta política limitacionista y la institucionalización de los atropellos y la verticalización. No pudieron ir a fondo en ambas y hoy encaran la etapa “constructiva” sin haber resuelto las anteriores. En efecto, en La Plata es el lugar donde unificaron la aplicación del estatuto y allí estuvo la respuesta estudiantil. En Buenos Aires intentaron hacerlo con la reglamentación del artículo 90 y tuvieron que dar marcha atrás aunque parcialmente. En varias Universidades el movimiento estudiantil funciona de hecho en la Universidad; y en Buenos Aires a pesar de la policía se ha impuesto la realización de numerosas elecciones dentro también de las Universidades.
Hoy día aparecen distintas teorías del intervencionismo, sobre el camino a seguir; sin embargo, nos parece que sigue siendo dominante a nivel nacional la política de reducción de la población universitaria para reorientarla tras los planes educacionales del gran empresariado y el imperialismo, y para ello la acentuación de la represión ante los hechos de lucha estudiantiles. Sería erróneo analizar este plan superificialmente. Responde al plan general de la Dictuadura y actualmente a lo que entiende ésta como “tiempo social”. El interventor de la UTN Sobrevilla, en un folleto de reciente aparición, lo explica sin cortapisas: se trata de adecuar la Universidad al proceso de “industrialización” y ubicar a sus egresados en su mayoría en relación de dependencia, pero siempre con adecuada mentalidad empresaria. Para ellos buscan reorganizar la Universidad e impulsar el departamentalismo tecnocrático y otras medidas de ese carácter.

Uno de los aspectos esenciales de la política intervencionista, un aspecto que se torna indispensable para que ellos puedan avanzar, es el de lograr un estudiantado entregado, sujeto pasivo de sus planes, con mentalidad genuflexa. Ellos necesitan un estudiantado que desde su ingreso se entregue como materia prima para ser moldeado como futuro tornillo del engranaje empresario e imperialista. A lo sumo un tornillo con cierta jerarquización y unos pocos pesos mas por mes que un trabajador no especializado. Y desde ya también, materia pasiva para los planes mas generales del país, en su vida política, etc. Ellos pretenden una Universidad que barra política, cultural y socialmente el rol del movimiento estudiantil.

Pero tales planes no responden a los intereses de nuestro pueblo sino a los de una ínfima minoría que lucra con el trabajo de la gran mayoría de los argentinos. Esa Universidad no es la que necesita construir nuestro pueblo, que por otra parte solo podrá concretarla en forma definitiva a partir de realizar cambios de fondo en lo político, en lo económico y en lo social. A esa Universidad de los monopolios y el imperialismo, le oponemos la Universidad del pueblo liberado, la Universidad que en su estructura, contenido y composición tenga una sola meta, la de contribuir al desarrollo de una sociedad popular sin dependencia extranjera ni minorías usufructuarias. A la Universidad elitizada y con el estudiantado como sujeto pasivo le oponemos la Universidad del pueblo liberado con incidencia protagónica estudiantil.

Protagonismo que tiene historia y tendrá mayor futuro de lucha y de franca construcción tras el triunfo del pueblo sobre sus enemigos. Rol que no podemos abandonar a partir de haber sido suprimidas diversas conquistas como el cogobierno y la autonomía. Máxime en momentos en que el intervensionismo, consciente de que no ha podido liquidar al movimiento estudiantil y a la FUA como fuerza, se plantea la formula del “participacionismo” estudiantil. O sea un sujeto que parezca activo pero que sea pasivo y cómplice de la política intervencionista.

La incidencia estudiantil en la Universidad irrumpe con fuerza en 1918 en Córdoba y hoy transita el continente y varios países del mundo; no la podrá liquidar la dictadura con decretos y leyes. Claro que hoy el protagonismo es objeto e instrumento de nuevo contenidos liberadores universitarios y generales, distintos a los que fueron los marcos de la reforma de 1918. Incluyendo aquellos postulados del 18 aún vigentes, emergen hoy los principios de una nueva Universidad, la Universidad del pueblo liberado, por la que tenemos que luchar desde ya como parte como programática de la liberación social y nacional del pueblo argentino. No se trata de negar lo progresivo del hecho histórico del 18, pero tampoco postular la vuelta a una etapa que hoy la realidad nos impone como superada. Se trata de integrar la nueva realidad socioeconómica y cultural en los marcos de la liberación social y cultural del pueblo.

Construir la Universidad del pueblo liberado no será espontánea terea de futuras generaciones, sino lucha actual cotidiana de un estudiantado inciciendo en la vida universitaria y junto al pueblo en el país. Y será tarea desplegada, sin trabas que impidan su concreción definitiva y creadora, cuando se concrete la emancipación social y nacional y la derrota de los equipos de la minoría dominante como la actual dictadura de Onganía. Por ello es que el movimiento estudiantil debe oponer su orientación en cada practica, en cada programa de estudio, en cada concurso, en torno a la estructuración universitaria, a la permanencia de la política en las aulas, en torno a la problemática que aqueja al pueblo argentino y batir así mismo la teoría del “sujeto pasivo” a través de la actividad masiva, con decisión de victoria y con una organización consecuente con tales postulados. Oponer simplemente objetivos de “reconquista democrática” a quienes nos imponen un plan global, es no comprender la etapa que vive el país; demás esta aclarar que entendemos lo democrático integrado en lo liberador. Y oponer solo consignas políticas generales al intervensionismo es no comprender el carácter de la contradicción que afecta a la sociedad argentina, es regalarle a la reacción el campo de batalla en el que deben procesar a miles de estudiantes hacia la conjunción de esfuerzos con los trabajadores y el pueblo tras los postulados de una universidad nueva, creadora, del pueblo y a su entero servicio, integrante de las pautas programáticas de una verdadera revolución argentina. Esta es nuestra programática de lucha en la Universidad argentina de 1968. A 50 años del estallido reformista nos proponemos nuevos contenidos universitarios y generales; ningún Astigueta, ningún decreto o estatuto vertical nos impedirá concebir y luchar por imponer una Universidad con un movimiento estudiantil activo y protagónico, que parte de los nuevos enfoques nacionales, latinoamericanos y mundiales.

Extractos, informe complementario rendido por la Junta Ejecutiva de la FUA ante el Consejo Nacional de Centros. Noviembre de 1968

Declaración de la FUA por el Cordobazo

Reproducimos abajo la declaración de la FUA luego del Cordobazo del 29 de mayo de 1969. En este momento la Federación Universitaria Argentina estaba presidida por Jorge Rocha, dirigente del Frente de Agrupaciones Universitarias de Izquierda (FAUDI), antecesor de la Corriente Estudiantil Popular Antiimperialista (CEPA).



Declaración de la FUA por el Cordobazo (1969)

(Publicado en “la Voz del Interior”, 2/6/1969)




La FUA del Cordobazo

Jorge Rocha, Presidente de la FUA durante el Cordobazo

La Federación Universitaria Argentina ante los sucesos producidos en Córdoba que conmovieron al país, que demostraron a todo el pueblo la fuerza incontenible de la clase obrera en lucha junto a otros sectores como los estudiantes, lucha que fue en ascenso por la participación creciente de sectores populares que demostraron en la práctica su odio a la dictadura en primer lugar y a todas las expresiones de la opresión económica, política y social (empresas ligadas a los monopolios, organismos de las Fuerzas Armadas, etc.) se solidariza con los trabajadores, estudiantes y el pueblo de Córdoba que brindaron al país las jornadas históricas que demuestran la voluntad liberadora del pueblo argentino.


Los trabajadores de Córdoba no están solos; la decidida lucha del estudiantado argentino en Corriente, Rosario, Tucumán, que se manifiestan en Córdoba con la participación masiva del estudiantado en asambleas, actos en las calles y en las empresas.


La FUA advierte que el grado de represión impuesto por la dictadura la convierte -al igual que en Brasil- en abierta represora del pueblo. El onganiaje se dispone a llevar adelante sus planes de hambre y entrega, y en la Universidad las transformaciones tecnocráticas y empresariales, pisando sobre la sangre popular; ante ello la FUA reafirma su cecisión de perfeccionar la organización de los estudiantes de manera de estar a la altura que las circunstancias exigen garantizando el triunfo de nuestras justas reivindicaciones.


Por ello, en este nuevo período de represión abierta, el completar los canales de organización existentes con nuevas formas que complementen a los anteriores es tarea inmediata del conjunto del estudiantado; plasmar en la práctica y en la acción la unidad obrero-estudiantil como lo hicieron los obreros y los estudiantes cordobeses es una necesidad imperiosa para el futuro triunfo de la lucha popular; el aporte generalizado del estudiantado en combate por la Universidad popular, científica y democrática del pueblo liberado, con protagonismo estudiantil, la profundización de esta lucha, ayudatá a que un torrente popular, acaudillado por los trabajadores, derroque a la dictadura, conquiste el timón político del país y marche a la definitiva liberación social y nacional de nuestra patria.

Frente a la actual situación y ante las históricas jornadas de lucha de los trabajadores, los estudiantes y el pueblo cordobés, frente a la represión asesina desatada contra el pueblo por la dictadura sangrienta de Onganía, frente a la ocupación de las ciudades de Córdoba y Rosario por el ejército, la FUA resuelve:

1- Realizar una “semana de solidadaridad y lucha junto a la clase obrera y el pueblo”, convocando al conjunto del estudiantado.


2- Llamar al estudiantado argentino a realizar la auténtica solidaridad obrero-estudiantil para la lucha, uniéndose a la clase obrera y el pueblo por los objetivos comunes antidictatoriales y liberadores.

3- Llamar al estudiantado a profundizar su organización de manera de continuar el camino abierto en Córdoba, Tucumán, Rosario, hacia la conquista de la Universidad popular, científica y democrática del pueblo liberado.







Julio Antonio Mella: El Concepto Socialista de la Reforma Universitaria

El texto que reproducimos a continuación pertenece a Julio Antonio Mella. Fue publicado en la revista Tren Blindado, en México, en septiembre de 1928, y se lo considera testamentario, ya que Mella moriría asesinado en 1929.

Julio Antonio Mella fue un militante estudiantil y revolucionario cubano, uno de los fundadores del Partido Comunista de Cuba.
Nació en La Habana el 25 de marxo de 1903. En 1923 fue presidente del Primer Congreso Nacional de Estudiantes y ese mismo año funda la Universidad Popular “José Martí”. En 1924 crea la Liga Anticlerical y en 1925 la sección cubana de la Liga Antiimperialista de Las Américas. En 1926 es expulsado de la Universidad por sus acciones revolucionarias y de rebeldía, y tiene lugar su famosa huelga de hambre. Posteriormente se exilia en México. Allí constituye la Asociación de Nuevos emigrados Revolucionarios Cubanos (ANERC). En 1927, después de asistir al Congreso contra la Opresión Colonial en Bruselas, Bélgica, visita la Unión Soviética como delegado al IV Congreso Internacional Sindical Roja.
El 10 de enero de 1929, a los 26 años de edad, es asesinado en México por matones a suelgo del dictador cubano Gerardo Machado.


Julio Antonio Mella

El Concepto Socialista de la
Reforma Universitaria. (1928)

Mucho se habla de "Reforma Universitaria". El malestar y la inquietud existentes entre los estudiantes hace que se oigan los balbuceos de un lenguaje revolucionario. En Tren Blindado y en pláticas públicas trataremos de desarrollar las bases sociales de este movimiento, sus antecedentes históricos, sus principios fundamentales y todo aquello que sea necesario para su mejor comprensión por la multitud estudiantil.

Lo primero que necesitamos definir es el concepto real de la reforma universitaria. Hay mucha palabrería liberal y vacía sobre reforma universitaria, debido a que los elementos que en muchas partes tomaron parte en este movimiento lo eran de la burguesía liberal. Pero si la reforma va a acometerse con seriedad y con espíritu revolucionario no puede ser acometida más que con un espíritu socialista, el único espíritu revolucionario del momento.

Las universidades, como otras tantas instituciones del régimen presente, están hechas para sostener y ayudar el dominio de la clase que está en el poder. Creer que los intelectuales, o las instituciones de enseñanza no tienen vinculación con la división sociológica en clases de toda sociedad es una ingenuidad de los miopes políticos. Nunca una clase ha sostenido una institución, ni mucho menos instituciones de educación, si no es para su beneficio. Es en las universidades, en todas las instituciones de enseñanza, donde se forja la cultura de la clase dominante, donde salen sus servidores en el amplio campo de la ciencia que ella monopoliza. Las universidades de los países capitalistas modernos crean abogados, ingenieros, técnicos de toda naturaleza, para servir los intereses económicos de la clase dominante: la burguesía capitalista. Si se considera que los médicos pueden ser una excepción se caería en un grave error. La inmensa mayoría de los médicos que se gradúan, ¿son para servir en instituciones de beneficencia colectiva o para formar en la burguesía profesional individualista y explotadora? Que muchos médicos no triunfen, por las mismas injusticias del régimen presente, no indica que la aspiración del gremio no sea ésta.

J. A. Mella: ¿Puede ser un hecho la Reforma Universitaria?

¿Puede ser un hecho la Reforma Universitaria?

Julio Antonio Mella
(Cuba, 1925)


Esta pregunta ha brotado más de una vez denuestra inconformidad y de nuestro anhelode verla realizada integralmente. Cuando se ven los zarpazos de la reacción universitaria enla Argentina, cuna de este ideal continental, y se sufren en Cuba, último lugar donde prendió,hay derecho para meditar sobre sus  posibilidades. De sur a norte, el movimiento cordobés, como carrera de antorchas, fue iluminando los países de nuestra América. Es posible que no ilumine las universidades yanquis. No podemos decir lo mismo de las españolas, donde una revista, El Estudiante, de Salamanca, y otras muestras de renovación nos hacen er la posibilidad de una revolución universitaria, cuando el clima lo permita…
En Cuba tuvimos todas las características de este movimiento de unidad ontinental. Hubo un divorcio absoluto entre la vieja y la nueva generación. Reíamos más en las aulas que en el circo, pues más grotescos eran nuestros maestros que los payasos. Comprendimos toda la inutilidad de la enseñanza universitaria. Su traición a los ideales de cultura de la juventud. Gritamos y probamos que la Universidad era algo inútil dada su constitución. Por último nos “solidarizamos con el alma del pueblo”.
Expulsamos a cerca de veinte profesores inútiles por distintas causas, inclusive por su bella oratoria (no deseábamos tener loros en la Universidad). En nuestro primer Congreso de Estudiantes, sentamos las bases de una Universidad Nueva. Fundamos además una Universidad Popular, la “José Martí”, que llevase a las más escondidas capas de la sociedad lo que debe ser patrimonio de todos los humanos: la cultura libre.

viernes, 6 de junio de 2008

J. C. Mariátegui: La Reforma Universitaria

La Reforma Universitaria
José Carlos Mariátegui
(Perú, 1928)


El movimiento estudiantil que se inició con la lucha de los estudiantes de Córdoba por la reforma de la universidad, señalael nacimiento de una nueva generación latinoamericana. La inteligente compilación de documentos de la Reforma Universitaria en la América Latina realizada por Gabriel del Mazo, cumpliendo un encargo del Centro de estudiantes de Medicina de Buenos Aires, ofrece una serie de testimonios fehacientes de la unidad espiritual de este movimiento. El proceso de la agitación universitaria en la Argentina, el Uruguay, Chile, Perú, etc. Acusa el mismo origen y el mismo impulso. La chispa de la agitación es casi siempre un incidente secundario; pero por la fuerza que la propaga y la dirige viene de ese estado de ánimo, de esa corriente de ideas que se designa –no sin riesgo de equívoco– con el nombre de “nuevo espíritu”. Por esto, el anhelo de la Reforma se presenta, con idénticos caracteres, en todas las universidades latinoamericanas. Los estudiantes de toda la América Latina, aunque movidos a la lucha por protestas peculiares de su propia vida, parecen hablar el mismo lenguaje.
De igual modo, este movimiento se presenta íntimamente conectado con la la recia marejada post-bélica. Las esperanzas mesiánicas, los sentimientos revolucionarios, las pasiones místicas propias de la posguerra, repercutían particularmente en la juventud universitaria de Latinoamérica. El concepto difuso y urgente de que el mundo entraba e un ciclo nuevo, despertaba en los jóvenes la ambición de cumplir una función heroica y de realizar una obra histórica. Y, como es natural, en la constatación de todos los vicios y fallas del régimen económico social vigente y el anhelo de renovación, encontraban poderosos estímulos. La crisis mundial invitaba a los pueblos latinoamericanos, con insólito apremio, a revisar y resolver sus problemas de organización y crecimiento.
Lógicamente, la nueva generación sentía estos problemas con una intensidad y un apasionamiento que las anteriores generaciones no habían conocido. Y mientras la actitud de las generaciones, como correspondía al ritmote su época, había sido evolucionista –a veces con un evolucionismo completamente pasivo– la actitud de la nueva generación era espontáneamente revolucionaria.
La ideología del movimiento estudiantil careció, al principio, de homogeneidad y autonomía. Acusaba demasiado la influencia de la corriente wilsoniana. Las ilusiones demoliberales y pacifistas que la predicación de Wilson puso en boga en 1918-1919 circulaban entre la juventud latinoamericana como buena moneda revolucionaria. Este fenómeno se explica perfectamente. También en Europa, no sólo las izquierdas burguesas sino las viejas izquierdas reformistas aceptaron como nuevas las ideas demo-liberales elocuente y apostólicamente remozadas por el presidente norteamericano.
Únicamente a través de la colaboración cada día más estrecha con los sindicatos obreros, de la experiencia del combate contra las fuerzas conservadoras y de la crítica concreta de los intereses y principios en que se apoya el orden establecido, podían alcanzar las vanguardias universitarias una definida orientación ideológica.
Este es el concepto de los más autorizados portavoces de la nueva generación estudiantil, al juzgar los orígenes y las consecuencias de la lucha por la Reforma. Todos convienen en que este movimiento, que apenas ha formulado su programa, dista mucho de proponerse objetivos exclusivamente universitarios y en que, por su estrecha y creciente relación con el avance de las clases trabajadoras y con el abatimiento de viejos principios económicos, no puede ser entendido sino como uno de los aspectos de una profunda renovación latinoamericana.