Discurso en la clausura del Encuentro Internacional de Estudiantes de Arquitectura
Ernesto 'Che' Guevara. 29 de agosto de 1963.
Me toca hacer el resumen -como se llama en Cuba-, o cerrar con unas palabras este Encuentro Internacional de Estudiantes.
Tengo que hacer una conclusión muy penosa para mí, como primera medida: confesar una ignorancia atroz sobre estos problemas, ignorancia que llega al extremo de no saber que el Encuentro Internacional de Estudiantes que se celebró era apolítico. Yo creía que era un encuentro de estudiantes, y no sabía que era un organismo dependiente de la Unión Internacional de Arquitectos.
Por lo tanto, como políticos -es decir como estudiantes que participan en la vida activa del país- y además, después de leer las conclusiones donde se demuestra que la ignorancia era colectiva porque las conclusiones son muy políticas también (...)
Bueno, pues yo pensaba decir, en primer lugar, que estaba de acuerdo con las conclusiones, que me parecen conclusiones lógicas. No sólo revolucionarias sino científicas; científicas y revolucionarias al mismo tiempo. Y hacer un pequeño discurso, si ustedes quieren un poco político. Pero realmente yo no sé si es el momento para hablar de cosas políticas. En todo caso son ustedes los que deben decidir porque yo de técnica no sé mucho.
Bien. Yo les digo que no se trata de demagogia barata ni de estar buscando la manera de eludir los reglamentos. Yo no conocía los reglamentos, y sencillamente vine a hacer un resumen en mi calidad de político. Político de nuevo cuño o político del pueblo, pero político por mis funciones y además, impresionado porque han sido aprobadas, creo que por muy amplia mayoría, unas conclusiones con las cuales estoy de acuerdo en su inmensa mayoría y que fijan el papel del estudiante y el papel del técnico en la sociedad.
Yo me asombré un poco de esas conclusiones -lo digo sinceramente-, porque el conglomerado de gente que nos visita pertenece a todos los países del mundo. Los países donde el socialismo se ha construido son pocos numéricamente hablando, aunque en número de habitantes son fuertes.
Los países que están en lucha por su liberación, bajo diversos regímenes y en diversos momentos del desarrollo de su lucha, son muchos, pero tienen gobiernos diferentes también, y sobre todo sus capas profesionales no siempre responden a los mismos intereses. Los países capitalistas, naturalmente, tienen su propia ideología. Por todo ello nos sorprendió el tono de esas discusiones.
Pensaba, un poco mecánicamente quizás, que en general el estudiantado de una gran cantidad de países capitalistas, coloniales y semicoloniales pertenece a aquellas capas de la población que por sus recursos no es el proletariado, y que por lo tanto su ideología se aleja mucho de la ideología revolucionaria que nosotros sostenemos y mantenemos en Cuba.
Sin embargo, no olvidé en mi mecanicismo que también en Cuba existía una capa de estudiantes que por su extracción social no pertenecía al proletariado en su gran mayoría. Y, no obstante, esa capa de estudiantes participó en todas las acciones revolucionarias de los últimos tiempos en Cuba. Ha dado a la causa de la liberación algunos de los mártires más queridos por nuestro pueblo, y de sus componentes se recibieron algunos y otros todavía están en proceso de estudio, integrados y apoyando totalmente la Revolución cubana.
Había olvidado yo que hay algo más importante que la clase social a que pertenezca el individuo: la juventud, la frescura de ideales, la cultura que en el momento en que se sale de la adolescencia se pone al servicio de los ideales más puros.
Después los mecanismos sociales en los diversos regímenes de opresión en que se vive pueden ir cambiando esta estructura mental. Pero el estudiantado es revolucionario en su gran mayoría. Tendrá más o menos conciencia de una revolución científica, sabrá de mejor o peor manera qué es lo que quiere y cómo lo quiere para su pueblo o para el mundo, pero el estudiantado es, naturalmente, revolucionario, porque pertenece a la capa de los jóvenes que se abren a la vida y que están adquiriendo conocimientos nuevos todos los días.
En nuestro país ha sido así. Y a pesar de que se han ido evidentemente profesionales estudiantes hemos visto con mucha satisfacción, y a veces también con sorpresa, que una gran mayoría de estudiantes y de profesionales permaneció en Cuba, a pesar de todas las facilidades que tenía para irse y a pesar de todas las tentaciones que el imperialismo lanzaba sobre ella.
Y la razón es lógica: aun considerando que en los regímenes sociales de explotación los estudiantes no pueden elegir su carrera, seguir su real vocación íntima, siempre hay un punto de contacto entre la vocación del hombre y la carrera que sigue, y los casos de frustración son los menos. En general se sigue una carrera también influido por una serie de tendencias económicas, pero fundamentalmente porque esa carrera interesa.
En nuestro país a los profesionales y a los estudiantes se les ha dado la oportunidad que realmente un profesional debe aspirar a tener: la oportunidad de contar con todos los implementos de su trabajo para poder realizar su obra.
Por primera vez en Cuba los profesionales se han sentido constructores reales de la sociedad, partícipes de esta sociedad, responsables de la sociedad. Dejaron de ser asalariados, más o menos escondidos tras las diversas formas de explotación, pero en su inmensa mayoría asalariados al fin para la construcción de obras para otros, para interpretar los deseos y los criterios de otros, para estar siempre creando la riqueza de otros mediante su propio trabajo.
Claro que al principio las limitaciones han sido grandes. Nuestros científicos no pueden realizar las investigaciones que quieren. A veces faltan colorantes, materias técnicas de cualquier tipo para realizar las investigaciones. Nuestros arquitectos no pueden diseñar con todo el gusto y toda la belleza con que ellos saben hacerlo. Faltan materiales. Es necesario distribuir al máximo lo que hay para que aproveche más a los que no tienen nada. Es necesario en esta etapa redistribuir la riqueza para que todo el mundo tenga un poco.
Pero allí concretamente, en el ejercicio de la profesión que ustedes representan, se pone a prueba el espíritu creador del hombre.
Está planteado el problema por los materiales que hay, por el servicio que deben prestar, pero la forma de solución es la que nuestros profesionales deben dar.
Y allí deben batirse como se batieron contra la naturaleza, contra medios externos a la voluntad del hombre, para poder realizar de la mejor manera posible el anhelo de dar más a nuestro pueblo, y la satisfacción personal de construir con sus propias manos, con su talento, con sus conocimientos, la nueva sociedad.
[...] La técnica se puede usar para domesticar a los pueblos, y se puede poner al servicio de los pueblos para liberarlos. Esa es la conclusión que se desprende del documento que ustedes han aprobado.
Para poner el arma de la técnica al servicio de la sociedad, hay que tener la sociedad en la mano. Y para tener la sociedad en la mano hay que destruir los factores de opresión, hay que cambiar las condiciones sociales vigentes en algunos países y entregar a los técnicos de todo tipo, al pueblo, el arma de la técnica y esa función es de todos los que creemos en las necesidades de cambios en algunas regiones de la tierra.
No puede haber técnicos que piensen como revolucionarios y no actúen como revolucionarios. Hacer la Revolución es una necesidad imperiosa de la mayoría de nuestros continentes, de casi toda la América, de toda África y de toda Asia, donde la explotación ha alcanzado grados inconcebibles.
Y quien pretenda decir que solamente un técnico, un arquitecto, un médico, un ingeniero, un científico de cualquier clase está para trabajar con sus instrumentos, solamente en su rama específica, mientras su pueblo muere de hambre, o se mata en la lucha, de hecho ha tomado partido por el otro bando. No es apolítico, es político pero contrario a los movimientos de liberación.
Naturalmente que yo respeto las opiniones de todos los que están aquí presentes. Evidentemente que aquí habrá, incluso, compañeros jóvenes y muchos profesionales que piensan que el régimen socialista -lo que se conoce de él hasta ahora-, es un régimen de opresión, de miseria, de mediocridad, como se dice vulgarmente y distribuye la propaganda, y que el hombre solamente alcanza su plena realización cuando existe la libre empresa, la libertad de pensamientos y todas las opiniones que el imperialismo nos lanza. Muchas de estas gentes piensan honestamente, y no es mi intención polemizar. No se puede polemizar sobre estos problemas. Han sido trabajados mucho tiempo, durante generaciones, por la educación colectiva que ha hecho el capitalismo para formar sus cuadros, y si no hubiera formado cuadros fieles a sus principios, ya hubiera fracasado.
Quisiera agregar algo para mis compañeros los estudiantes de Cuba. Como ya esto es un poco específico, un poco provinciano para ustedes, les ruego que, sencillamente, hagan como si no hubieran oído si no les interesa el tema. Pero a nuestros estudiantes hay que atenderlos, y atenderlos todos los días. Nuestra juventud ha nacido en medio de grandes conmociones. Este es un pueblo en el que hace pocos años los marineros norteamericanos hacían sus necesidades en la cabeza de nuestro Apóstol Martí, y hoy es un pueblo enteramente erguido contra el imperialismo norteamericano, se ha producido un fenómeno extraordinario de cambio total de la conciencia de las masas en pocos años de trabajo revolucionario. Pero como en todos los cambios súbitos y drásticos no todo queda claro, y no todo está claro en la mente de nuestros estudiantes, y no está la mente de nuestros estudiantes como la de nuestro pueblo, exenta de una gran cantidad de dudas.
Por eso queríamos insistir una vez más, en este momento de lucha, en el que nosotros estamos directamente colocados contra el imperialismo yanqui, en que nos amenaza todos los días, en el que es patente su agresividad, en el que la tarea del estudiantado es más importante que nunca. Tiene que acelerar sus estudios, para ser los verdaderos artífices de la sociedad nueva, pero al mismo tiempo tiene que profundizar su conciencia con objeto de saber exactamente cómo y en qué forma se debe hacer esa sociedad, para no ser un mero constructor sin ideas sino poner sus manos, su cabeza, su corazón al servicio de la sociedad que nace. Y al mismo tiempo tiene que estar también con el fusil en la mano, porque la defensa de nuestra sociedad no es una tarea que deba recaer sobre los hombres de una u otra capa de la sociedad. La defensa de la Revolución cubana es tarea continua de todos los cubanos en todos los momentos, en todas las trincheras.
La tarea de ustedes, compañeros estudiantes, es cumplir al máximo las indicaciones de Lenin: "Cada revolucionario debe ser en su lugar de trabajo, de lucha, el mejor". Y a ustedes les corresponde el lugar de lucha de la Universidad, del estudio, la preparación urgente de nuestros profesionales para suplir las faltas que teníamos, las lagunas que nos dejó el imperialismo al llevarse nuestros cuadros, el atraso general del país, y construir aceleradamente la sociedad.
Esa es la tarea fundamental, tarea que por ser fundamental no es única, porque nunca se puede dejar de lado el estudio consciente de la teoría, y no se puede dejar de lado la posibilidad de tener que empuñar el fusil en cada momento, y la necesidad permanente de defender a la Revolución con las armas ideológicas en cada minuto de la vida.
Es una tarea dura, es una tarea que pone en tensión la fuerza, de nuestro estudiantado. Esta es una generación de sacrificios: esta generación, nuestra generación, no tendrá ni remotamente los bienes que tendrán las generaciones que sigan. Y tenemos que estar claros, conscientes de eso, conscientes de nuestro papel, porque hemos tenido la inmensa gloria de ser la vanguardia de la Revolución en América, y tenemos hoy la gloria de ser el país más odiado por el imperialismo. En todo momento estamos a la vanguardia de la lucha. No hemos renunciado ni uno solo de nuestros principios, no hemos sacrificado ni uno solo de nuestros ideales, y nunca hemos dejado de cumplir ni uno solo de nuestros deberes. Por eso estamos a la cabeza, por eso tenemos esa gloria que siente cada cubano en cada lugar del mundo que visita. Pero también eso exige esfuerzo.
Esta generación, que ha hecho posible el aparente milagro del surgimiento de la revolución socialista a unos pasos del imperialismo norteamericano, tiene que pagar la gloria con su sacrificio. Tiene que sacrificarse día a día para construir el mañana con su esfuerzo.
Ese que ustedes quieren, ese que ustedes sueñan, en que todos los materiales, todos los medios, toda la técnica van a estar a disposición de ustedes para que los transformen, les den el soplo vital -si me permiten esa frase un poco idealista- y los pongan al servicio del pueblo.
Para eso tenemos que construir los bienes materiales, rechazar el ataque del -imperialismo y luchar contra todas las dificultades. Por eso nuestra generación tendrá un lugar en la historia de Cuba, y un lugar en la historia de América. Nunca debemos fallar a la esperanza que todos los compañeros revolucionarios, que todos los pueblos oprimidos de América y quizás del mundo, tienen puesta en la Revolución cubana.
Además, nunca debemos olvidar que la Revolución cubana, por la fuerza de su ejemplo, no actúa sólo aquí, internamente, y que sus deberes están más allá de las fronteras [...]; el deber de ser sensibles ante todas las miserias del mundo, ante todas las explotaciones y las injusticias; el deber que sintetiza Martí en una frase que muchas veces hemos dicho, y que siempre debemos tener en la cabecera de nuestra cama, en el lugar más visible, y es aquello de que "todo hombre verdadero debe sentir en la mejilla el golpe dado a cualquier mejilla de hombre".
Esa debe ser la síntesis de las ideas de la Revolución hacia todos los pueblos del mundo. Y así debe estar siempre nuestra juventud: libre, discutiendo, intercambiando ideas, preocupada por lo que pasa en el mundo entero, abierta a la técnica de todo el mundo, recibiendo de todo el mundo lo que nos pueda dar, y siempre sensibles a las luchas, a las desgracias, a las esperanzas de los pueblos oprimidos.
En esa forma iremos construyendo nuestro futuro.
Hoy ya tienen ustedes -para llegar a un hoy práctico y actual del día de hoy- una tarea larga. Empiezan los congresos donde primará la técnica, y ya la política desaparecerá de las relaciones y de los intercambios de experiencias de los hombres. Pero ustedes, estudiantes del mundo, no olviden nunca que detrás de cada técnica hay alguien que la empuja, y que ese alguien es una sociedad, y que con esa sociedad se está, o se está contra ella. Y que en el mundo hay los que piensan que la explotación es buena, y los que piensan que la explotación es mala y que hay que acabar con ella. Y que, aun cuando no se hable de política en ningún lado, el hombre político no puede renunciar a esa situación inmanente a su condición de ser humano. Y que la técnica es un arma, y que quien sienta que el mundo no es perfecto como debiera ser, debe luchar porque el arma de la técnica sea puesta al servicio de la sociedad, y por eso rescatar antes a la sociedad para que toda la técnica sirva a la mayor cantidad posible de seres humanos, y para que podamos construir la sociedad del futuro, désele el nombre que se quiera. Esa sociedad con la que nosotros soñamos, y a la que nosotros llamamos, como le ha llamado el fundador del socialismo científico, el comunismo".